viernes, 11 de diciembre de 2009

Cap 5 - Nunca se olvida de su amada



-Chicas, ¿se acuerdan que esta mañana empecé a contarles algo y no pude terminar?-Miró al piso, dudaba mucho que ahora pudiera- Bueno, a pesar de que me cuesta y que tengo miedo, quiero contarles. Ya no aguanto más quedarme callada.

Clara y Tania la miraron, sabían lo que se venía.

-Esa mañana papá tenía su gorrito blanco. Él tenía dos, pero la noche anterior yo había jugado con uno de ellos y después no lo pudimos encontrar. Esa mañana estaba desesperado por encontrarlo, pero en ningún momento se enojó. Estaba muy triste como para enojarse.

Mamá lo ayudó, pero cuando se dio cuenta que no aparecía dijo que sería mejor que solo llevara uno o se haría tarde. Papá aceptó.

Estaba tan elegante, lástima que cada vez olvido más su cara- En ese momento comenzó a llorar, las chicas atinaron a abrazarla, pero ella se negó, se secó las lágrimas y siguió- El traje cada vez queda más solo, incluso voy olvidándolo, pero nunca voy a poder olvidar al gorrito blanco.

Cuando mamá volvió a casa luego de dejarme en el jardín lo encontró. Esa noche durmió abrazada a eso. Luego lo guardo en una caja con cosas de papá.

Al menos eso es lo que me contó. Una vez me dijo que en esa caja tenía todas las cartas de que él le mandó.

-¿No era que los marineros de ese barco no podían enviar cartas, fuese a quien fuese?- Interrumpió Tania.

- Ya lo sé, pero mi papá se las ingeniaba y le hacía llegar cartas siempre que arribaban en algún puerto.

En sus cartas él le decía que nunca se olvidaba de su amada, y le decía que me cuide, que nos amaba y esperaba que todo eso terminara pronto. Pero no fue así. Papá estaba por volver cuando otro barco los atacó.

Dos años navegó y cuando solo quedaban algunos días para estar en casa de nuevo, se enteraron de la guerra. Se enteraron de ella cuando ya estaban adentro, cuando solo les quedaba defenderse, defender a su nación.

Ya no hubieron más cartas. Mamá lloraba en las noches cuando me creía dormida, mientras miraba una y otra vez las fotos que teníamos con él, las cartas, el gorrito.

Cada vez que leía “NUNCA SE OLVIDA DE SU AMADA” comenzaba a llorar sin consuelo.

Amor te estoy esperando, volvé, repetía entre sollozos.

Varias veces fuimos a la playa donde aquella mañana despedimos a papá. Mamá se sentaba en el muelle y miraba el horizonte.

No puedo entender, cómo le falle tanto. Yo era todo lo que tenía y sólo le preguntaba cuándo iba a volver papá, o por qué estaba triste.

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