domingo, 29 de noviembre de 2009

Cap 2 - Más que un sueño, una pesadilla


Se despertó sobresaltado. No podía creer aquel sueño que había tenido, más que sueño, pesadilla.
Fue una acción espontánea, estaba durmiendo y de repente su cara se trasformó, varios minutos estuvo así, entre vuelta y vuelta en la cama. Luego hizo un rápido movimiento y quedó sentado, exclamando ¡NO!
Su susto fue tal que despertó transpirado, se acomodó nuevamente en la cama, pero ya no podía dormir.
Se paró, fue al baño, se lavó la cara y se miró.
No le podía estar pasando esto, cuando al fin todo marchaba bien, sucedía esto. No era justo.
Fue a su habitación, se acercó a la ventana, todavía estaba oscuro. Se apoyó en la pared y suspiró, “yo no quería esto”, dijo.
-Eu, Fran, despertate. ¿Qué haces ahí?- Le dijo su hermana al verlo con la cara contra el suelo, en pijama y profundamente dormido.
Tardó en reaccionar, pero luego le explicó:
-No fue una buena noche, soñé con ella… Ese sueño no me dejó tranquilo, más bien, fue horrible.
-Pero, ¿Qué soñaste?
-Yo iba corriendo, la buscaba, y encontraba chicas de espaldas, todas iguales. A simple vista todas parecían ella.
Al acercarme notaba que no eran ella, y comenzaba a desesperarme, porque cada vez las chicas se parecían más, y me agarraban la mano o me comenzaban a hablar.
Yo solo la quería encontrar, y ella no aparecía, comencé a llorar, desesperado, sin consuelo. Una señora, la única distinta en el sueño, se acercó y me dijo:
“Yo sé que la estás buscando, ya la lastimaste mucho. No cumpliste tu promesa Francisco… Pero, por si querés saber, ella está en la plaza”.
No pude defenderme, no pude discutirle… No pude darle las gracias. Cuando me di vuelta, la señora ya no estaba, o tal vez se había perdido entre la multitud de chicas iguales.
Corrí, corrí y corrí, la plaza nunca había estado tan lejos. Las lágrimas se habían ido, pero en mi cabeza giraban las cosas que esa señora me había dicho, ¿cómo me conocía?¿cómo sabía que la buscaba?¿y de la promesa? Lo único que en el sueño no me cuestioné, fue la parte de lastimarla.
Cuando la logré ver, cuando solo estábamos a unos metros, ella sentada en nuestro banco, en la plaza que habíamos adoptado como nuestra, en la plaza que nos había adoptado como suyos, desperté. Grité no, y me desperté espantado.
No sé por qué grite, no sé qué había sucedido. Después de eso no pude volver a dormir.
-Bueno, no diría que no pudiste volver a dormir.
-Vos me entendés. Me senté acá, preocupado, y estuvo taladrándome la cabeza con toda clase de ideas. No sé en qué momento me dormí.
- Que feo Fran, pero dale cambiate, se hace tarde.
-No la quiero lastimar.
-Entonces no lo hagas. Basta, deja de hacerte la cabeza y preparate.
Malena salió del cuarto, y Francisco se quedó allí, con la cabeza contra la pared.
Definitivamente, él no la quería lastimar.

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